Las intenciones de Estados Unidos de América sobre México
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ESTUDIOS. filosofía-historia-letras
Verano 1989
Estados Unidos de Norteamérica
Las relaciones entre México y los Estados Unidos durante este período
están marcadas por el expansionismo territorial norteamericano a expensas de
nuestro país. Desde la primera misión diplomática estadounidense en México, el
ministro Joel R. Poinsett demostró fuera de toda duda los apetitos
expansionistas sobre la provincia de Texas. La posición de México es, al parejo
de dicho expansionismo, de una claridad contundente: sólo quedaba ratificar el
Tratado Adams-Onís, signado en 1819, que señalaba los límites territoriales
entre -la entonces- Nueva España y los Estados Unidos. Después de muchas
negociaciones ese tratado es ratificado el 12 de enero de 1828..
Washington cambia de táctica ante los argumentos legalistas mexicanos:
se deciden a presentar hechos consumados ante tratados diplomáticos. Es así
como se da la "penetración pacífica" de Texas por emigrantes
norteamericanos.
Según informes del general Manuel Mier y Terán en 1829, los
estadounidenses aventajaban en número de ocho a cada mexicano. Al año siguiente
don Lucas Alamán promulga una Ley de Colonización por la cual pretendía
obstaculizar las llegadas masivas de ciudadanos norteamericanos a Texas, pero
en aquellas circunstancias, tomando en cuentra los datos de Mier y Terán, era
ya imposible.
La variación en 1834 -del régimen federal de México e iniciarse los
trabajos para transformar este país en una república pentralista, fue el
pretexto que esgrimieron los texanos para separarse de México. Al año siguiente
Texas se convierte en una provincia rebelde a la autoridad central. Así en
1836, Santa, Anna marcha a combatir a los separatistas texanos. Al principio la
campaña no iba mal, puesto que los texanos tienen que rendirse en el Fuerte de
El Álamo, también el general Urrea logró vencerlos en Llano Perdido. Sin
embargo, todo se perdió en la Batalla de San Jacinto", en que Samuel
Houston derrota al ejército mexicano, Santa Anna cae prisionero y firma los
Tratados de Velasco, que aunque no fueron nunca reconocidos por México,
estipulaban los límites de Texas: extendiéndolos hasta el río Bravo, siendo que
la frontera texana nunca había llegado más allá de la corriente del río Nueces.
Así, de 1836 a 1845 Texas existirá como república independiente. En sus
seno se formarán dos tendencias: una pequeña partidaria de la independencia
texana, cuyos máximos representantes serán los políticos texanos: Anson Jones y
Ashbel Smith; y otra, más numerosa y popular encabezada por Samuel Houston, a
favor de la anexión a los Estados Unidos.
Texas, pues desde el momento de su independencia estaba destinada a
incorporarse a Norteamerica. Todo la hacía girar en esa órbita: intereses
económicos, sociales, lengua y religión. Además, en este territorio los
inmigrantes en su mayoría procedían del Sur de los Estados Unidos y habían
llevado con ellos lo que con hipocresía puritana llamaban, la "peculiar
institución", que en palabras más llanas era la esclavitud. En ello
radicaba el mayor problema para su incorporación a la Unión, pues el ingreso de
Texas rompía el dificil equilibrio -presente especialmente en el Senado
norteamericano- entre estados esclavistas y antiesclavistas. De tal manera que
el proyecto de 1843 para la anexión de Texas fue rechazado en el Senado.
No será sino hasta la primavera de 1845, gracias a las arduas gestiones
del presidente John Tyler, cuando la anexión de Texas es aprobada por mayoría
simple en la Cámara de Representantes: 120 votos, contra 98. En el Senado fue
aprobada el 28 de febrero por mayoría de 56 votos contra 54.
Este fue el motivo. final- de la ruptura de relaciones entre México y
los Estados Unidos. Ya hemos mencionado los esfuerzos británicos por asegurar
la independencia texana, así como la ruptura de relaciones entre México y
Francia en ese mismo año, con lo cual la soledad internacional con que México
afrontaría el conflicto se nos muestra de manera patética.
Como si todo este cuadro no fuese suficientemente desfavorable para
México, en el otoño de ese mismo año -1945- el asunto se complicó aún más, por
la intervención de España al propiciar una, intriga monarquista. contra el
gobierno del presidente Herrera.
En efecto, en diciembre el general Mariano Paredes y Arriaga se sublevó
en San Luís Potosí contra el gobierno. Esta sublevación contó con el apoyo
financiero incondicional del ministro español en México, Salvador Bermúdez de
Castro, quien creyó -siguiendo las instrucciones que había recibido en Madrid-
que era el momento propicio para transformar las instituciones republicanas,
convirtiendo a México en una monarquía a cuya cabeza estaría un principe de la
Casa de Borbón .
Herrera es derribado y se instatura el gobierno pro-monarquista de
Paredes. Esta breve administración se negó a recibir a Jhon Slider, agente
enviado por Polk a México para tratar de llegar a un acuerdo que contiviese no
sólo la definidad cesión de Texas, sino la adquisición de Nuevo México y
California.
La administración Paredes, en resumidas cuentas, no sirvió, sino para
dividir aún más a los mexicanos y precipitar la declaración de guerra de los
Estados Unidos, acaecida el 13 de mayo de 1846. En agosto de éste año, es
derribado Paredes, ya en plena guerra.
Santa Anna, que se encontraba exiliado en Cuba, regresa el 16 de agosto
de este año a México. Aunque este regreso ha dado pie a multitud de leyendas
sobre la supuesta vanalidad del general Santa Anna, la única verdad irrefutable
es que él mismo se constituyó en el alma de la resistencia ante el invasor, por
más que desde el punto estrictamente militar sus esfuerzos no fuesen coronados
por el exito.
Haciendo un esfuerzo de síntesis para explicar la actitud de Santa
Anna, el hecho es que hizo frente en las heladas estepas de Coahuila al general
Taylor en la Batalla de la Angostura, que estuvimos a punto de ganar. A su
regreso a la ciudad-de México, su sola presencia desarmó la revuelta elitista
llamada sublevación de los Polkos". inicitada por las medidas reformistas
que atacaban los intereses del clero, llevadas a -cabo durante la ausencia de
Santa Anna por su vicepresidente Valentín Gómez Farías.
Otra invasión, con mayores recursos, es proyectada desde Washington.
Ella invadiría por el golfo de México y reforzaría al general Taylor, a quien
se mantuvo estancado en Saltillo. Como General en jefe de esta expedición, se
designó al General Winfield Scott, el cual en marzo de 1847 bombardeó -en forma
por demás bárbara y sanguinaria- al puerto de Veracruz.
La campaña será un paseo militar, no ofreciendo más resistencia que la
Batalla de Cerro Gordo. Jalapa y Puebla son ocupadas sin disparar un tiro por
los invasores. El ejército de Scott dura dos meses estacionado en Puebla,
mientras Santa Anna lleva a cabo una de sus intrigas, que no tienen otra
finalidad que distraer a Scott; a la vez que se organizaba la defensa del Valle
de México.
Las batallas para sitiar a la ciudad de México se realizan en agosto de
este año con la derrota en Padierna del general Valencia y la heroica
resistencia en Churubrusco por el general Anaya.
Entre el 22 de agosto y el 6 de septiembre tiene lugar un armisticio a
las puertas mismas de la ciudad de México, donde se busca por parte del
plenipotenciario norteamericano Nicholas P. Trist y los comisionados mexicanos
Luis G. Cuevas, Bernardo Couto y Miguel Atristáin llegar a un acuerdo para
concertar la paz. Las largas negociaciones no tienen éxito, y nuevamente los
cañones decidirán la suerte de los mexicanos.
Los últimos combates se libraron en Molino del Rey y el Castillo de
Chapultepec; además el pueblo capitalino opuso una resistencia suicida a los
invasores, quienes ocupan la capital el 15 de septiembre.
El ejército de Santa Anna se divide, el general renuncia a la
presidencia, poco después marcha al exilio. México parecía estar destinado a
desparecer. Durante doce días se encuentra acéfala la presidencia de esta
nación. En Washington toma fuerza el movimiento conocido como All México (Todo
México); la prensa europea, da por segura la desaparición de este país, a quien
llaman "la nueva Polonia".
En estas críticas circunstancias, el 27 de septiembre el presidente de
la Suprema Corte de justicia, don Manuel de la Peña y Peña, se hace cargo en
Toluca del poder ejecutivo. Poco después marchará junto con don Luis de la Rosa
-quien desempeñaba la titularidad de los cuatro ministerios existentes- a
Querétaro.
En esta ciudad se consolida lo que el Dr. Figueroa Esquer ha llamado:
"La administración queretana". A estos dos honrados funcionarios se
les sumarán los generales Herrera y Anaya.
A fines de noviembre los comisionados de paz Cuevas, Couto y Atristáin
reiniciarán conversaciones con Trist, pese a estar este último destituido por
el gobierno de Washington. Sin embargo es animado por Scott, ya que ambos
funcionarios norteamericanos se sentían incomprendidos por la administración
Polk.
Así, tras largas y a la firma del Tratado de paz de Guadalupe Hidalgo,
el 2 de febrero de 1848. Polk tiene conocimiento del mismo el 19 de ese mes y,
aunque este Tratado era objeto de una desobediencia, no lo pudo rechazar y lo
envía -sin recomendación- al Congreso de la Unión. En este cuerpo legislativo
es aprobado el 10 de marzo.
Posteriormente, gracias alos esfuerzo de Peña y Peñase logra reunir el
Congreso en Querétaro. Don Luis de la Rosa, por su parte presentó ante el
Congreso una amplísima "Exposición", documento que por su realismo no
exento de un sobrio patriotismo, pudo convencer a la mayoría de los diputados a
favor del tratado de paz, pese a los ilusos que pretendían continuar la guerra.
El tratado fue ratificado y canjeado. Así el 30 el mayo de 1848 queda
restablecida la paz entre las dos naciones.
La pérdida territorial fue cuantiosa: 2,378,539 km2; 100,000 mexicanos
pasan a ser extranjeros en una tierra que les era propia. Pese a estas pérdidas
inconmensurables el tratado de paz, como lo calificó don justo Sierra, si bien
fue durísimo, no fue deshonroso. México seguiría existiendo.
La última, tarascada del "destino Manifiesto", lo
representará el Tratado de la Mesilla del 30 de Diciembre de 1853. Esto es lo
que en norteamérica se conoce como la "compra Gadsen". En efecto , el
general James Gadsen, obligará al gobierno de México a cederle 76,845 Km² , lo
cual modificaba el Tratado de Guadalupe Hidalgo; dicho territorio pertenecía a
los estados de Sonora y Chihuahua. Es de descartar la habilidad de Santa Anna y
de su ministro de Relaciones Exteriores, Manuel Díez Bonilla quienes regatearon
con el general estadounidense , pues las presentenciones yanquis conllevaban la
adquisición no sólo de este árido valle, sino la cesión de Baja California y
Chihuahua.
Como hemos dicho en líneas anteriores, ésta será última adquisición
territoriales a costa de México. Posteriormente, será por otros medios
-infiltración económica, financiera, inversiones- como nuestro vecinos de
allende el Bravo, impodrán su imperalismo sobre país.
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